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Siempre nos quedará Detroit

Siempre nos quedará Detroit

Detroit se ha convertido desde hace unos años en el paraíso de los buscadores de ruinas. El Edén de la fotografía de espacios urbanos decadentes, escenarios ruinosos en una ciudad que, apenas hace cincuenta años, era una poderosa urbe industrial. Desde 1970 sufre una especie de Katrina a cámara lenta acelerado por el declive de la industria automovilística.

 

 

Detroit es también el perfecto ejemplo para artistas que quieren ver con sus propios ojos el fenómeno de las shrinking cities, ciudades que caen en decadencia económica y ven cómo la población huye en masa ante la falta de oportunidades, dejando tras de sí un paisaje de impresionantes casas victorianas abandonadas.

 

Y es que Detroit es el nuevo Berlín. Un hervidero de ideas, escena musical -la mítica Motown nació aquí- y jóvenes artístas plásticos que okupan por toda la ciudad o escritores que viven gratis en casas estupendas gracias a inciativas como ésta.

 

 

 

Además, Detroit es protagonista de un buen puñado de pelis:

1) Solo los amantes sobreviven (2013). Jim Jarmusch rueda en un Detroit nocturno y devastado una de las películas más elegantes sobre vampiros que he visto nunca, con Tilda Swinton de prota. Y qué final, que música. Qué todo.

2) Lost river (2014) es la primera peli en la que se estrena como director Ryan Gosling y lo hace con mucho estilo, y rindiendo homenaje quizá demasiado evidene al gran maestro David Lynch.

3) It follows (David Robert Michell, 2014). Detroit como escenario de fondo, intentando fingir una normalidad perturbada por seres muy chungos que vienen a por nosotros. Detroit es un personaje más de ésta peli retro- futurista.

 

 

De hecho, esta atracción por la ciudad y su situación de declive ha llevado también a que sea un símbolo como laboratorio urbano. Diferentes planes han llamado la atención buscando soluciones para la ciudad: reaprovechar los espacios en desuso como huertos urbanos ( el ayuntamiento los alquila a sólo un dólar ), mercados donde vender tu producción agrícola, desarrollar un programa masivo de destrucción de barrios abandonados, etc.

Un laboratorio donde experimentar soluciones para espacios urbanos sin vida, el lugar perfecto para la elucubración teórica y la puesta en marcha de propuestas creativas para recuperar un lugar sumido en el letargo. Detroit está creando oportunidades para emprendedores sociales.  Así que ¿Por qué no nos vamos a Detroit?

Podemos comprarnos casas de dos plantas con jardín y cientos de metros cuadrados por unos pocos miles de dolares. Podemos cultivar eco, bio, hacernos veganos. Podemos lanzarnos a cruzar el charco a bordo de un Boeing 747. Seremos la nueva versión de los tripulantes del Mayflower, colonos laboriosos dispuestos a todo.

 

Hagamonos, detroitistas, ¡empecemos una nueva vida!

 

 

 

* Reportajes fotográficos sobre la decadencia de Detroit:

– The ruins of Detroit. Yves Marchand y Romain Meffre

 Ruined Nation. Carissa Russell

– The remains of Detroit. Sean Hemmerle

The fabulous ruins of Detroit. Lowell Boileau

Detroit: the troubled city. Bruce Gilden

 

 

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