27 de agosto, 2017 |
Cine, Viajes, Emprender
El síndrome del lo dejo todo. “Dan ganas de mandarlo todo al carajo, fugarse algún paraíso tropical y poner un chiringuito”... estos y otros comentarios forman parte de ese lo dejo todo que resuena en septiembre.
También están el “Las siete de la mañana, el café, el atasco... Así no se puede vivir, solo quiero una cerveza fresca a la vora del mar”, “Lo único bueno de volver a la rutina es que aún encuentro arena por el suelo, recordándome que hay una vida mejor” o se consuela quién puede "bueno, ahora empieza el buen cine y la temporada de series, la segunda temporada de Stranger Things ..."
Se acerca, ya está aquí: septiembre vuelve. Y salvo los extraños seres que prefieren pasar un agosto entre asfalto derretido y el zumbido de los aires acondicionados, hay otros que aprecian la vuelta al café, a las charlas de oficina, a los findes disfrutados como si no hubiera un mañana... hasta el fin de semana siguiente.
Y qué suerte tenemos. Pero qué suerte. ¿Dónde ha quedado el home sweet home? ¿Dónde, la sonrisa satisfecha al acurrucarse con tu gato en el sofá, al apoyar la cabeza otra vez en nuestra almohada, las sábanas de nuestra cama recién lavadas? Ahora los modernos lo llamamos Nesting, Hygge y no sé cuántas cosas más.
Septiembre es el nuevo año nuevo, es la vuelta la gimnasio, al me apunto a yoga, el feliz propósito de ver pelis en V.O. y sacar la ropa de lluvia del armario.
Sin embargo, pese a sabernos privilegiados por tener un trabajo, no podemos evitar llegar y querer dejarlo todo, romper con la rutina y... ansiar la vuelta al pueblo a vivir de nuestra propia huerta, poner colmenas y gallinas o ser espiritus wanderlust buscando una vida de arena y sal, ser nómadas digitales y vivir en Bali o algo así.
¿Qué nos está pasando? Todo esto nos ahoga y caemos como sacos de patatas en un agujero negro "post-vacacional " de una oscuridad insondable.
¿Tenemos más y estamos más insatisfechos? ¿Dónde está entonces el tope? ¿En prescindir de todo y llegar a lo a las raíces? ¿Buscar la felicidad en un lugar exótico, fantástico e insólito?
Vamos, que esta necesidad de algo nuevo, diferente y emocionante que creemos poder encontrar en un huerto (y quizás sea así) o en un lugar remoto del sudeste asiático puede ser sólo una excusa o, a lo mejor, un radiacal cambio de estilo de vida...
“Salta por la ventana, valiente”, le decía Ana a Otto. Pero a ver quién salta.